Desde tiempos ancestrales, el lóbrego adjetivo que ha pesado sobre el ilustre "Nuevo
Testamento" no logra oscurecer su papel como el libro más trascendental, ampliamente
leído y fervientemente debatido en todo el mundo. Cada año, alrededor de quince millones
de copias de esta magna obra ven la luz y hallan un hogar en las manos de lectores
sedientos de sabiduría. Como luciérnagas ante la luna llena, centenas de millones de
almas encuentran en él su luz guía, una piedra angular en el edificio de sus vidas
espirituales. En Occidente, nuestras vidas culturales y religiosas están saturadas por las
ideas y concepciones que brotan de las páginas de este Nuevo Testamento.
A lo largo de dos milenios, este libro ha sido faro y brújula, guiando las travesías de
innumerables individuos que han entregado sus vidas a la forja del mundo según la visión
que desgrana. Estos hechos no hacen sino enfatizar la imperiosa importancia del Nuevo
Testamento, afirmando la idea de que cualquier persona, sea cual sea su horizonte de
creencias, debe hincar su intelecto en él. Estos textos son una joya que destella demasiado
intensamente como para que la humanidad, con sus creencias o descreencias, ignore su
llamado.
El Nuevo Testamento, compuesto por 27 obras surgidas hace casi dos mil años,(aunque
su canonización, progresivamente fue pocos siglos después) se alza como una crisálida en
la que reposan puntos de vista y mentalidades que distan de los nuestros como continentes
distantes en el océano del tiempo. Esta brecha, en especial la de la mentalidad, es la razón
por la que muchos de sus contenidos, incluso párrafos completos, parecen enigmáticos y,
por tanto, encuentran pocas miradas curiosas.
Imaginemos una sencilla encuesta: Invitemos a una persona que exhale educación y
cultura promedio a sintetizar en breves palabras el mensaje de la Segunda Epístola de
Juan, donde consta únicamente de trece versículos. Es posible que, en un principio, arquee
una ceja en extrañeza ante el encuestador y, con certeza, sus labios balbuceen más dudas
que certezas. Tal vez admita que nunca ha tenido el placer de sumergirse en sus palabras.
Pero si, con amabilidad y persuasión, la instamos a explorar esta Epístola durante un breve
lapso, seguramente su mirada se iluminará con una comprensión más profunda.
Existen varias razones, entre otras, que explican el desinterés general por adoptar el
Nuevo Testamento como lectura constante. La primera razón radica en que la religión
tradicional ha perdido terreno, mientras que proliferan supercherías y creencias fantásticas
que no se basan en una interpretación adecuada del Nuevo Testamento en su forma
original.
La segunda razón es la enigmaticidad que estos libros a menudo presentan para los
lectores del siglo XXI. A pesar de que diversas iglesias denominaciones y confesiones han
transmitido, comentado y adaptado el contenido del Nuevo Testamento en sus sermones y
obras divulgativas, la distancia temporal desde su composición hace que, en muchos
casos, ni siquiera el clero logre explicarlos adecuadamente
La tercera razón se remonta a siglos atrás, cuando la Iglesia católica, a diferencia de otras
confesiones, especialmente las protestantes, desalentó la lectura de la Biblia, e incluso
llegó a prohibirla. Aunque esta actitud ha sido reformada parcialmente en tiempos
recientes, dejó una huella de alejamiento de los textos fundamentales del cristianismo que
resulta difícil de erradicar.
No obstante, el Nuevo Testamento sigue siendo y seguirá siendo un libro fundamental. No
podemos subestimar suficientemente la importancia cultural que los escritos del Nuevo
Testamento tienen en el mundo actual. Esta "atmósfera" ha moldeado la sociedad
occidental autodenominada durante siglos.
La buena intención es abordar esta carencia de comprensión e interés por el Nuevo
Testamento. Se propone tomar de la mano al lector que lucha por comprender estos textos
significativos y guiarlo a través de sus pasajes paso a paso. Pretende ser un auxilio, una
guía lo más sencilla posible que explique brevemente y con empatía de manera primordial,
se nos plantea la tarea de desvelar las claves de lectura que sirvan de brújula para
adentrarnos en la comprensión del contenido de estos libros, de acuerdo a la perspicacia
del autor que les dio vida.
Para alcanzar una comprensión sólida de estas obras, es imperativo dotar al lector de
ciertos conocimientos preliminares: debemos contextualizar el entorno en el que estos
textos nacieron, explorar las ideas religiosas, filosóficas y otras que predominaban en la
atmósfera de su creación, investigar cómo reaccionaron los autores ante estas ideas, y
sumergirnos en la sociedad y en las circunstancias históricas particulares que dieron forma
a los escritos del Nuevo Testamento y que determinaron su contenido a lo largo de los
siglos.
En un segundo plano, adquirirá gran relevancia para la comprensión histórica del Nuevo
Testamento que el lector adquiera una visión panorámica, como si estuviera observando
desde lo alto, de la vida y la importancia de Jesús de Nazaret. Él es el fundamento y
epicentro en torno al cual gira este conjunto inicial de escritos cristianos.
Después de este panorama introductorio, esta guía se adentrará en la presentación,
también panorámica, de las corrientes de pensamiento que comenzaron a interpretar la
vida, la misión y la figura de Jesús, ofreciéndolas a una audiencia nueva. Esta audiencia
nueva, como veremos más adelante es el mundo grecorromano helenista. Nuestro objetivo
es que el lector obtenga una comprensión clara de cómo y por qué se fue gestando el
bloque de conceptos teológicos, rituales e instituciones que se insinúa en el Nuevo
Testamento.
Finalmente, buscaremos obtener una visión general de la literatura cristiana primitiva
después de Pablo. Esta cuarta parte también abordará cuestiones relacionadas con la
estructura y la composición de los diversos escritos, junto con otros aspectos de su historia
de creación, como la identificación de sus destinatarios. Cada autor tenía en mente un
círculo específico de lectores que influía en la presentación de su intención, su mensaje y
sus ideas.
Estas intenciones determinan la estructura de la presente guía, que se divide en cuatro
partes:
I. Aspectos esenciales para una mejor comprensión del mundo que rodea al Nuevo
Testamento.
II. Jesús de Nazaret: el cimiento del Nuevo Testamento. ¿Cómo podemos, en nuestra
época, abrazar la vida y obra del Jesús histórico?
III. Las primeras reimaginaciones (reinterpretaciones) sobre la persona del Jesús de la
historia: el desarrollo histórico de ideas, rituales e instituciones en sus primeros días, con
especial énfasis en la figura de Pablo de Tarso.
IV. Una perspectiva completa del resto del Nuevo Testamento. Las claves para interpretar
estos escritos y las complejidades que encierran.
Tenemos razones fundadas para albergar un moderado optimismo respecto a las
posibilidades de comprender el Nuevo Testamento, a pesar de los innumerables siglos
transcurridos desde su composición. Con un esfuerzo razonable, podemos estar seguros
de que comprendemos de manera adecuada las ideas generales que subyacen en cada
una de las obras de esta colección. Esto se logra gracias a la aplicación sistemática y
coherente de los métodos desarrollados por historiadores y filólogos en los últimos dos
siglos para el estudio de los textos antiguos. Hoy en día, es posible acercarse y
comprender de manera profunda el significado de cada texto del Nuevo Testamento, tanto
en su propio contexto como en el marco de la historia del cristianismo primitivo.
Por otro lado, algunos creyentes sostienen que, dado que el Nuevo Testamento es un libro
sagrado, "inspirado", no se deben aplicar las mismas técnicas de interpretación utilizadas
para analizar otros textos antiguos no sagrados. Afirman que estos escritos solo pueden
ser comprendidos a través de la fe ( en este caso una "fe sin conocimiento de las Escrituras"). Argumentan que solo la fe ( "una fe sin conocimiento") puede desvelar el contenido
profundo y misterioso del Nuevo Testamento. Algunos lectores, en sintonía con estas
ideas, podrían expresar sus dudas de la siguiente manera: ¿cómo pueden los académicos,
filólogos, historiadores de la época del Segundo Templo, arqueólogos y antropólogos,
trabajando conjuntamente abordar el Nuevo Testamento desde una perspectiva histórica,
racionalista y filológica, explicar una guía para comprenderlo? ¿Cómo puede enseñar a
comprender aquel que, en realidad, no comprende nada, ya que no tiene en cuenta el
elemento "sobrenatural"?
En anticipación a estas posibles críticas, respondería que utilizar categorías como "misterio
casi insondable" o "verdad profunda alcanzable solo mediante la fe" sería renunciar a la
única facultad que poseemos, y que el Altísimo nos dotó para adquirir conocimiento: “esto
es razonar”. El razonamiento implica hincar o postrarse ante el intelecto, la valiosa
herramienta que Él nos concedió para adquirir conocimiento. Llegar a cuestionar todas las
sendas del pensamiento nos lleva a la encrucijada de decidir cuál es el camino a seguir.
Llegamos así a la bifurcación y elegimos el sendero del pensamiento ideológico, mediante una fe con conocimiento de lo que fue escrito hace milenios, sin agregar interpretaciones por una "fe sin conocimiento ni
revelaciones posteriores". Además, estas afirmaciones no parecen adecuadas, ya que
intentar fundamentarlas nos llevaría a una discusión en círculos. La base de estas creencias es
un tema que requeriría un debate profundo y sostenido...
Una pretensión que no podemos aceptar se basa en el argumento que hemos expuesto
anteriormente: estos libros no pueden ser sometidos a un escrutinio crítico debido a su
carácter sagrado.
Sin embargo, ¿por qué son considerados sagrados? La respuesta es que se afirma que
son la palabra de Dios. ¿Quién hace esta afirmación? La Iglesia, con todo su poder
sobrenatural. ¿Y de dónde obtiene la Iglesia este poder? Naturalmente, se dice que
proviene de su fundación por Jesús, tal como lo relatan estos mismos libros. Por lo tanto,
estos libros respaldan su carácter sagrado en la voz y la autoridad de la Iglesia, y esta
última basa su poder en la afirmación de estos libros sagrados y en los eventos
relacionados con Jesús según se narran en ellos. Este silogismo se cierra en un círculo
perfecto: la sacralidad del Libro se basa en la Iglesia, y esta última obtiene su autoridad del Libro.
Es evidente que no podemos aceptar este tipo de argumento. La voz competente para
presentar la plenitud de significado de estos textos religiosos al lector del siglo XXI no se
limita solo a la "teología o la fe", sino que incluye principalmente la investigación literaria, la
filología y el conocimiento de la historia de la época. Las afirmaciones teológicas también
están dentro del ámbito de la investigación histórica, específicamente en la historia de las
ideas, y, por lo tanto, están sujetas a las leyes científicas que rigen una investigación
histórica rigurosa. Esto es precisamente por qué las obras contenidas en el Nuevo
Testamento pueden y deben ser estudiadas aunque sean consideradas como "inspiradas" y portadoras de una revelación. En primer lugar, son
documentos informativos de una época en la que los mensajes religiosos (y otros) se
transmitían de acuerdo con las convenciones
(Acuerdo o pacto entre personas, organizaciones) de aquellos tiempos, no con la
objetividad científica que caracteriza a la actualidad.
Por lo tanto, para alcanzar nuestro objetivo declarado, que es primero comprender y luego
juzgar, aplicaremos a las obras del Nuevo Testamento las mismas técnicas que se utilizan
para analizar otros textos de la Antigüedad. A través de estas técnicas, intentaremos extraer toda la
información posible que contribuya a su comprensión. Las obras del Nuevo Testamento
son productos humanos y reflejan su tiempo; se destacan entre las muchas obras que nos
ha legado la antigüedad grecorromana y judía debido a su trascendencia cultural y
religiosa, pero este hecho innegable no afecta a la forma en que debemos abordar su
comprensión ni a los métodos que debemos emplear para analizarlas y entenderlas.
Esta guía no parte de la premisa preconcebida ni a favor ni encontra de la posibilidad de la revelación. Una vez que hayamos comprendido adecuadamente estos textos, cada lector
adoptará la posición que considere más adecuada, a menudo reservándola para su ámbito
más íntimo. Sin embargo, enfaticemos una vez más: antes que nada, es imperativo comprender; luego, podremos determinar nuestra posturafrente a estos escritos. Como un
paso crucial y necesario, ya sea para abrazar una fe con conocimiento o para fundamentar
una incredulidad meditada, es esencial poseer un entendimiento sólido de lo que realmente
expresan escritos tan alejados en el tiempo como los que componen el Nuevo Testamento.
Esta tesis tiene como objetivo principal ser lo más claro y didáctico posible, sin asumir que
el lector posee conocimientos técnicos previos. En caso de que sea necesario utilizar
términos de la terminología científica, se procurará explicarlos dentro del texto mismo, o el
lector podrá consultar en este sitio Web cualquier duda que tenga.